miércoles, 5 de mayo de 2010

Rodar y rodar


La semana pasada tomamos un tren que nos llevó a Hendaya, y de ahí continuamos el camino pedaleando hasta la ciudad francesa de Biarritz. Sí señores, finalmente saqué la bicicleta de San Sebastián, y tuve la oportunidad de disfrutar de las carreteras que bordean la costa vasca, acompañada de un buen clima, equipada con unos frenos recién ajustados y unas rodillas de veinte años.

En el trayecto, había que detenerse de tanto en tanto para preciar el intenso azul marino, junto a las formaciones de flysch que se extienden por el litoral, y divisar las bahías de los pueblitos pesqueros que se enfilan uno a uno por el borde del mar. Pasamos por San Juan de Luz, Getaria y finalmente llegamos a Biarritz, que nos recibió con una cálida puesta de sol.

Creo que es una de las cosas que más he disfrutado, no sé si fue por la incógnita de no saber si iba a poder con el viaje, o por las ganas que tenía de probar el carril bici, o porque no conocía esos poblados detrás de la frontera. Supongo que fue el conjunto de todo lo anterior, que me motivó durante el recorrido y hasta hizo que el cansancio y el dolor de músculos del día siguiente supieran rico.

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