miércoles, 3 de marzo de 2010

Desastres


Parece que el mundo se ha vuelto loco. Y no es para menos, con lo mucho que nos hemos empeñado en dañarlo, ya era hora de que empezara a reclamar. El sábado pasado, San Sebastián encendió la alerta roja, porque se venía una “ciclogénesis explosiva”, un fenómeno atmosférico caracterizado por vientos de hasta 120 km/hr. Con tremendo nombre, nos mantuvimos alerta, pero por fortuna no nos tocó ver más que algo de viento, más fuerte de lo usual, pero sin llegar a provocarnos mayores inconvenientes.

Mientras tanto, nuestros compañeros de Chile sufren por enterarse, desde lejos, de los graves deterioros ocurridos en su país tras el terremoto del fin de semana. Rodrigo, originario de Santiago y habitante de Valparaíso, nos comparte la impotencia que siente de hablar con su familia y darse cuenta de lo mal que la está pasando allá toda su gente, mientras el está aquí, sin poder hacer nada. Las réplicas son constantes, y los trabajos de rescate y de reconstrucción tomarán mucho tiempo más. Rodrigo se debate entre hacer caso a su madre y quedarse aquí, en territorio seguro, o regresar y vivir con los suyos las consecuencias de la tragedia.

A veces siento que los Erasmus vivimos como en un sueño, pasamos los días conociendo mucho, estudiando poco, viviendo libres de preocupaciones. Pero sucesos como esos nos regresan a la realidad, nos recuerdan nuestra fragilidad frente a la fuerza de la naturaleza. El planeta nos está exigiendo respeto a gritos.

1 comentario:

  1. Imagínense. ¿Qué pasará cuando nuestro planeta nos exija respeto a golpes? Espero nunca saberlo.

    ResponderEliminar