viernes, 5 de febrero de 2010

El mejor recibimiento


Nunca había visto el amanecer a cientos de metros sobre el Atlántico. Mi horario biológico no lograba entender por qué veía los rayos del sol, si mi reloj apenas marcaba las dos y media. Tal vez inconscientemente por eso no pude dormir en todo el vuelo, porque quería ver el inicio del día en que mi vida cambiaría. Ese amanecer fue la primera señal de que me aguardaba un universo de sorpresas.

Apenas llegué del aeropuerto de Madrid, Ana ya me estaba esperando. Cruzamos un laberinto de escaleras eléctricas y bandas de metal, cargando el equipaje y topándonos con gente diferente: más blanca, más alta, más seria. Tomamos el metro para llegar a la estación de tren, y al subir al vagón, nos encaminamos finalmente a nuestro objetivo: San Sebastián. Hasta entonces logré conciliar el sueño.

Llegamos de noche, el frío me cortaba las manos y la cara. Tocamos el timbre y esperamos. Me invadía la emoción de conocer a mis compañeros, y de recorrer la casa en la que pasaría los próximos 6 meses. El salón, los ventanales, la decoración, todo superó mis expectativas. Y mis nuevos vecinos nos recibieron con un abrazo y una gran sonrisa. Dejamos nuestras cosas y fuimos a comprar pizza. Fue la primera cena que tuvimos juntos.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ir a la universidad. Debíamos llevar abrigos y bufandas para soportar las bajas temperaturas. Íbamos vestidos acordes al resto de los transeúntes. Tomamos la calle paralela al río, y entramos a la escuela para encontramos con los otros estudiantes de intercambio o “erasmus”, como nos dicen aquí.

Los siguientes días nos dedicamos a reconocer la ciudad, con todo el encanto de sus edificios, sus calles perfectamente adaptadas al paso de los peatones y las bicicletas, su playa, su río, su aire frío. Al mismo tiempo nos vamos adaptando a la convivencia dentro de la casa, a compartir los espacios y los deberes, a conocernos mejor.

Por supuesto que se extraña todo aquello que dejamos atrás. Pero se recuerda con alegría, como un mundo que estará ahí, esperando nuestro regreso, y que ahora abre paso a la experiencia que nos hará madurar y ampliar nuestros sentidos. Guadalajara llueve y llora, pero llora de alegría por nosotros, que empezamos con el pie derecho nuestra vida en San Sebastián.

2 comentarios:

  1. Amor, te luciste
    es una de las cosas mas bonitas ke he leido

    Sigue asi! sigue adelante!

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  2. No había escrito nada pero ahora que la releí me acordé que esta entrada me gustó mucho mucho. Quién mejor para describir esas primeras impresiones que alguien tan sensible, lista y elocuente :) Eeeaa roomie!

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